Este es el último número de Gotas de tinta del año. Como siempre, va una crónica de Luis Tejada y las habituales columnas de Historia, Literatura y Opinión. Los mejores votos para unas felices fiestas a todos nuestros lectores. Continuaremos el año entrante con esta quijotada y esperamos seguir contando con la fidelidad de todos ustedes.
Del Editorial: ¡Viva México!
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Me adentré en el corazón del mítico México, en los mercados, en los buses o camiones como dicen ellos, en el metro congestionado al máximo de Ciudad de México, en los pueblecitos remotos, por las autopistas y por las carreteras sin pavimentar, en las playas lujosas de Acapulco y en las playas populares de palmeras y ranchos de pescadores de más allá de los sitios turísticos, en las pirámides colosales y en los museos maravillosos, en las calles peatonales o andadores como ellos las llaman, en los ancestrales pueblos donde se celebra el día de los muertos, en los paisajes desérticos de cactus y en las exuberantes selvas de cascadas y gargantas profundas, en su rica y variada gastronomía, en su manera particular del uso del español con mezclas de idiomas indígenas, inglés y palabras creadas por ellos. Ese México lindo y querido que evoca la canción.
Fui a México invitado al XXXI Encuentro Internacional de Editores Independientes Edita. Pero sería imperdonable, después de estar allá, no aprovechar para conocer más de ese país que tiene tantas raíces y lazos con nuestra cultura. No es casual que en los cafetales colombianos, al ritmo de la recolección de la cosecha, los jornaleros nuestros alegran su trabajo con rancheras mexicanas. Y en los mercados de México, la música que más oí fue música tropical colombiana, cumbia y vallenato particularmente.
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No pude evitar recordar aquella hermosa canción de Agustín Lara dedicada a María Félix en Acapulco. Aquellos amores que tanto nos hacen recordar tiempos idos y expresadas en palabras inigualables y desde un corazón muy sensible. Y como si fuera detrás de aquellas palabras "acuérdate de Acapulco, de aquellas horas", tomé la autopista que va como si tomara la cresta de la cordillera siempre hacia abajo, hasta llegar al pie del mar. Rodeada de cerros pintorescos muy poblados, Acapulco es una bahía que es casi una O con un pequeño boquete abierto en dirección al mar.
Mi generación ha oído y recibido más nombres que una pila bautismal. Para seguir en el juego nominal, que parece el de las muñecas rusas que tienen adentro otras que a su vez contienen una más, he propuesto para ella el nombre de Poetas del inxilio, en razón de que sus obras aparecen y se consolidan en los años de mayor desplazamiento en Colombia.
El inxilio es una suerte de exilio interior, un despojo de núcleos humanos, de familias desplazadas a las que les han usurpado sus tierras. Quienes padecen el drama del exilio interior saben que muchos de estos generadores de expulsión –paramilitarismo, guerrilla, violencia estatal y paraestatal–, han sido atrapados por el negocio de la guerra y por los políticos venales.
También la poesía ha sido desplazada de los medios impresos con contadas excepciones y, más aún, de los grandes sellos editoriales. Así que inxiliada en su propia búsqueda, esta generación sabe que el desplazamiento humano es el mayor drama colombiano actual.